http://teimagino.com

Nos trasladamos. Un nuevo dominio, con nuevo diseño, y con más contenidos: http://teimagino.com

miércoles, noviembre 08, 2006

Videoteca de artistas del Siglo XX

Videocreaciones de los artistas más vanguardistas del siglo XX. Ahora en esta web podemos descargarnos gratis sus obras en .AVI o .MPG. Una buena videoteca para cualquiera que quiera adentrarse en el mundo del videoarte.





Artistas:

Vito Acconci
Erik Anderson
Robert Ashley
Beth B
John Baldessari
Otmar Bauer
Samuel Beckett
David Behrman
Joseph Beuys
Jorge Luis Borges
Walerian Borowczyk
Stan Brakhage
George Brecht
James Broughton
Luis Buñuel
Robert Breer
Gunter Brus
William S. Burroughs
John Cage
Alexander Calder
John Cale
Peter Campus
Segundo de Chomón
Henri Chopin
Cinema of Transgression
Rene Clair
Carlfriedrich Claus
Jean Cocteau
Merce Cunningham
Guy Debord
Maya Deren
Jean-Marie Drot
Marcel Duchamp
Viking Eggeling
Ed Emshwiller
Jean Epstein
Harun Farocki
Flux Films
Richard Foreman
Terry Fox
Alberto Giacometti
Paul Glabicki
Philip Glass
Jack Goldstein
Groupe Medvedkine
Helmut Herbst
Piero Heliczer
Henry Hills
Abbie Hoffman
Isidore Isou
Joris Ivens
M Henry Jones
Mauricio Kagel
Richard Kern
Raashan Roland Kirk
Dimitri Kirsanov
Paul and Marlene Kos
Kurt Kren
Jerzy Kucia
Jacques Lacan
George Landow
Fernand Leger
John Lennon
Alfred Leslie
György Ligeti
Alvin Lucier
Willard Maas
George Maciunas
Gregory Markopoulos
Toshio Matsumoto
Paul McCarthy
Marie Mencken
László Moholy-Nagy
Jon Moritsugu
Robert Morris
Frank Mouris
Otto Muehl
Mathais Muller
Gordon Mumma
Bruce Nauman
Phil Niblock
Hermann Nitsch
Pauline Oliveros
Yoko Ono
Nam June Paik
Charlemagne Palestine
Artavazd Pelechian
Kembra Pfahler
Robert Rauschenberg
Man Ray
Hans Richter
Terry Riley
David Rimmer
Donald Ritchie
Jeri Cain Rossi
Walter Ruttmann
Aram Saroyan
Carolee Schneeman
Richard Serra
Jack Smith
Kiki Smith
Robert Smithson
Ladislaw Starewicz
Ralph Steiner
Jerry Tartaglia
Shuji Terayama
Robert Watts
David Wojnarowicz
Stan Vanderbeek
Agnes Varda
Ben Vautier
Edgard Varêse & Le Corbusier
Dziga Vertov
Rene Vienet
Zubi Zuva

martes, noviembre 07, 2006

Franco: Ese Gran Hombre

Patético, ventrílocuo, hablaba inglés en la intimidad.
Aqui hablando a lo José Luis Moreno:

Aquí hablando como José María Aznar:

Curiosidades psicológicas

Hay gente que no puede olvidar, se han descrito casos de personas capaces de recordar casi cualquier dato o acontecimiento con sólo experimentarlo una vez. Son casos de memoria prodigiosa que suelen suponer una tragedia para el que los padece. Olvidar es necesario para que nuestra mente evolucione.
Los antiguos romanos cuando tenían que decir la verdad en un juicio, en vez de jurar sobre la Biblia como en la actualidad, lo hacían apretándose los testículos con la mano derecha. De esta antigua costumbre procede la palabra testificar.
La hormona denominada corticosterona, que se segrega en momentos de ansiedad, es la responsable de la repentina pérdida de memoria. Esta hormona bloquea la recuperación de información hasta una hora después de ceder la situación de tensión. Esto explicaría, por ejemplo, que algunos estudiantes se queden en blanco en los exámenes. Al serenarse, el cerebro recupera los datos.
La mitad de los niños superdotados fracasan en los estudios
Un 8 por ciento de los niños de nuestro país tiene depresión y un 40 por ciento padece estrés.
El cerebro pesa un promedio de 1.380 gramos en el hombre y 1.250 en la mujer. Contiene unos 100.000 millones de neuronas, cifra aproximada al de las estrellas de nuestra galaxia. Y sus casi 100 trillones de interconexiones en serie y en paralelo proporcionan la base física que permite el funcionamiento cerebral.
El 70% de los enfermos mentales están desempleados. El porcentaje de empleo tras el alta hospitalaria se sitúa entre el 10 y el 30%, únicamente del 10 al 15% mantienen su trabajo entre 1 y 5 años tras el alta. El desempleo constituye un índice primordial de minusvalía, por lo que esta situación acentúa el aislamiento y la estigmatización de los enfermos mentales en nuestra sociedad.
Hay varios tipos de amnesia, la amnesia retrógrada es la más rara aunque la más cinematográfica, en ella el afectado no recuerda su vida antes de la lesión. En cambio, en la amnesia anterógrada, la más común y grave, el enfermo recuerda su pasado pero no logra aprender nada nuevo.
Existen muchas otras anomalías de la memoria, como la prosopagnosia o incapacidad para recordar rostros; el déjà vu, sensación de haber vivido ya algo; o la hipermnesia, la cual permite recordar con todo detalle diferentes cosas. Un caso clásico de esta última, referido por el psiquiatra Taine, es el de la empleada doméstica iletrada que recitaba (aún sin comprenderlos) párrafos enteros en latín, griego y hebreo oídos a un tío suyo de pequeña. Otro caso de capacidad memorística extraordinaria es el del reportero ruso Solomón Veniamin, que podía aprender en segundos y repetir sin ningún error, de arriba abajo y en diagonal, listas enormes de cifras y palabras. Y lo más increíble, semanas, meses, incluso años después, las reproducía con toda exactitud.
En el año 500 a. C. el poeta griego Simónides de Ceos ideó el "sistema de lugares" para recordar la situación de unos comensales. Simónides estaba en el banquete cuando se ausentó brevemente, salvándose así de morir aplastado por el derrumbe del techo; y fue el único en poder reconocer los destrozados cuerpos de dichos comensales al recordar los lugares donde estaban sentados.
Un verdadero maestro Fakir puede hacer cosas mucho más espectaculares que soportar los pinchazos tendido sobre su cama de clavos, aunque parezcan menos espectaculares. Puede, por ejemplo, hacer que la mitad de la palma de su mano se caliente diez grados más que la otra parte, puede detener su corazón durante un tiempo determinado, o puede reducir sus constantes vitales al mínimo entrando en un estado parecido al de la hibernación de algunos animales.
El primer hospital psiquiátrico de la historia se construyó en Bagdad en el año 792.
Sigmund Freud, el creador del psicoanálisis, se interesó en su juventud por las drogas, concretamente investigó las propiedades de la cocaína. Tomaba él mismo dicha droga en pequeñas dosis y hacía autoobservaciones sobre el efecto que ejercía sobre el hambre, el sueño y la fatiga. Esta investigación duró tres años (de 1884 a 1887) y Freud pretendía hacer un descubrimiento importante en el terreno de la clínica o en el de la patología, pero no fue así. Al principio le fascinó el hecho de que la cocaína elevaba el vigor mental y físico, sin tener, aparentemente, ningún efecto nocivo. Pero pronto empezaron a publicarse en las revistas médicas de la época que el uso prolongado de la cocaína podía producir un "delirium tremens" muy parecido al del alcohol. El joven Freud que deseaba beneficiar a la humanidad con sus investigaciones y hacerse un nombre, fue acusado de haber ocasionado una nueva enfermedad. Además tuvo una penosa experiencia, pues creyendo que la cocaína era inocua, había prescrito una cantidad importante a un paciente, el cual falleció a causa de ello.
El cerebro de los humanos es el que posee más pliegues de todos los seres vivos, por eso si lo desplegáramos mediría aproximadamente 2 metros, mientras que el de un gorila, todo y pesar casi lo mismo, al desplegarlo sólo mide una cuarta parte que el del hombre.
La voz femenina provoca agotamiento en el cerebro masculino. Según el profesor Michael Hunter, de la Universidad de Sheffield (Gran Bretaña), el tono de la voz femenina posee sonidos más complejos que la masculina, por eso toma toda el área auditiva del cerebro masculino, mientras que la voz del hombre sólo ocupa el área subtalámica. De aquí que en muchas ocasiones las mujeres se quejen de que los hambres no las escuchan, ya que lo que hacen es "desconectar" por una razón puramente fisiológica.
Los estímulos nerviosos dentro del cerebro se transmiten, gracias a las neuronas, a una velocidad que supera los 400 kilómetros por hora.
Cada neurona es la responsable de establecer comunicación con varios cientos o incluso miles de neuronas de su entorno. Si se pusieran en línea recta todas las neuronas de nuestro sistema nervioso, tendrían una extensión de varios centenares de kilómetros.

Hipólito Bouchard

Es un consuelo, al repasar nuestra desgraciada historia, pródiga en traidores, corruptos, incompetentes y malvados, encontrarse con este francés iracundo que anduvo por los siete mares liberando esclavos, soñó con rescatar a Napoleón de su forzado exilio en Santa Elena y fue amo y señor de California por cinco días, amparado en el pabellón celeste y blanco. Una historia apasionante, que nada tiene que envidiarles a las hazañas de Sandokán, el Corsario Rojo, Jack Aubrey o el Capitán Blood. ¡Al abordaje!

El Parto de Una Revolución

Los primeros meses de los gobiernos revolucionarios de Buenos Aires fueron muy difíciles. Sólo en el frente marítimo, debían enfrentar a la poderosa flota que controlaba el Río de la Plata desde Montevideo (de hecho, Buenos Aires fue bloqueada y bombardeada en 1811). La primera e improvisada armada patria, confiada al mando del navegante maltés Juan Bautista Azopardo, había sido destrozada en San Nicolás a principios de ese año. El propio jefe fue hecho prisionero, y pasó los siguientes diez años en una prisión española.

La inexistencia de una marina, y el proyecto de expedición de reconquista de Fernando VII decidieron a los rebeldes rioplatenses a otorgar patentes de corso a aventureros de variadas nacionalidades. La expedición antedicha terminaría invadiendo Venezuela y Nueva Granada, pero igual se siguió adelante con la idea.

¿Qué es una Patente de Corso?

El corso era considerado entonces una legítima manera de guerrear (1). Con algo de cinismo, podría decirse que permitía que la iniciativa privada participara en una guerra, asociada a un Estado beligerante. Los ingleses lo emplearon por siglos contra sus enemigos, en especial España, y los norteamericanos le dieron a la Pérfida Albión un poco de su propia medicina durante la guerra de 1812-1814. Al terminar este conflicto, muchos corsarios con base en Baltimore continuaron en el negocio gracias a las patentes de una nación en la que no habían estado ni estarían jamás: las Provincias Unidas del Río de la Plata.

La patente de corso era un contrato por el cual un Estado otorgaba a un particular el derecho de atacar, apresar, saquear o destruir todo buque que enarbolara una bandera enemiga, a cambio de permitirle quedarse con una cierta parte del botín obtenido. A veces el Estado emisor de la patente aportaba la nave, o al menos pertrechos, víveres y una parte de la tripulación; el corsario (o su armador) debía cargar con el resto de los gastos. La campaña no solía durar más de un año, al cabo del cual se debían devolver al gobierno los bienes confiados, así como entregar las municiones y armas obtenidas en las capturas en el mar.

En caso de naufragio, el corsario quedaba exento de todo reintegro. Debía llevar un registro de lo sucedido en la campaña, así como debía izar, en el momento del ataque, la bandera del estado emisor de la patente.

El corso hispanoamericano se inició en 1814, el año en que por fin se terminó con el peligro que representaba Montevideo. Alcanzó su apogeo alrededor de 1818 y finalizó en 1823. Las naves bajo pabellón argentino realizaron las acciones más importantes. Las principales zonas de actuación fueron el Atlántico Sur y el Caribe, donde actuaron unos 60 corsarios, pero también hubo ataques en el Océano Pacífico y hasta en el Mar Mediterráneo. En el apogeo del corso, la ciudad de Cádiz estuvo a punto de ser bloqueada por naves hispanoamericanas.

Desde la Banda Oriental operaban más de 30 corsarios con patentes otorgadas por Artigas, quienes capturaron naves españolas y, tras la invasión de 1816, portuguesas. En el Caribe actuaron naves de la Gran Colombia y de México en combinación con los corsarios argentinos, siendo su base de operaciones la isla Margarita. Los corsarios chilenos, armados luego de la independencia de su país con apoyo de marinos argentinos y británicos, hicieron varias presas del comercio realista con base en Lima entre 1818 y 1820.

Las consecuencias más importantes del corso fueron las pérdidas y el estancamiento comercial que causaron al comercio español: sólo los corsarios de Buenos Aires capturaron unas 150 presas.

Entre los más destacados figuran el irlandés Guillermo Brown (el creador de la armada argentina), el norteamericano David Jewitt (quien entre otras acciones destacadas tomó posesión de las Islas Malvinas en nombre del gobierno de Buenos Aires en 1820) y el protagonista principal de esta historia.

HIPPOLYTE BOUCHARD

André Paul Bouchard nació el 15 de enero de 1780 en Bormes (2) una localidad francesa cercana a Saint Tropez. Era hijo de André Louis Bouchard, posadero y luego próspero fabricante de tapones de corcho, y de Thérese Brunet.

André era un "niño inquieto y travieso", al que le gustaba conversar con las gentes del mar y quería ir a la guerra. Bartolomé Mitre describe al Hipólito Bouchard adulto como de tez morena, cabello oscuro y ojos negros rasgados, penetrantes y duros, que "despedían fuego".

Luego que Thérese enviudara, se volvió a casar y su nuevo esposo dilapidó su pequeña fortuna. André (que en fecha desconocida se cambió su nombre a Hippolyte, Hipólito) por poco arroja a su padrastro por la ventana.

Era 1798 Hipólito se fue de su casa y se enroló en la armada francesa. Sirvió en las desventuradas campañas de Egipto y Santo Domingo y se desilusionó con el curso de la Revolución Francesa, y terminó emigrando al Río de la Plata en 1809. Bouchard pronto comenzó a sentir simpatía por las ideas expresadas por el sector más radical de la Junta de Mayo, liderado por Mariano Moreno, y puso sus conocimientos navales a disposición de la Revolución.

Cuando el gobierno patriota enfrentó las primeras hostilidades en el Río de la Plata, Bouchard sirvió como segundo de Azopardo en la primera escuadrilla argentina, comandando el bergantín "25 de Mayo". Tras la derrota de San Nicolás, el 2 de marzo de 1811, fue injustamente acusado de cobardía e irresolución. Sustanciado un proceso, terminó absuelto, reconociéndose que cumplió con su deber hasta que se vio desamparado por su tripulación, que entró en pánico en pleno combate.

En el invierno de 1811, desde una lancha cañonera, Bouchard enfrentó a las naves que el virrey Elío envío para bombardear Buenos Aires. Durante el año siguiente peleó en el Paraná, al mando de una balandra (el "Bote de Bouchard") persiguiendo a las naves enemigas.

En marzo de 1812 ingresó a un cuerpo con la organización y disciplina propia del ejército napoleónico: el flamante Regimiento de Granaderos a Caballo de San Martín. Como alférez, Hipólito Bouchard participó en la batalla de San Lorenzo, el 3 de febrero de 1813, jornada en la que no pasó desapercibido: tomó "una bandera que pongo en manos de V.E. y la arrancó con la vida al abanderado el valiente oficial D. Hipólito Bouchard", en las propias palabras del Libertador. Bouchard siempre luciría con orgullo el aro en la oreja, símbolo de los granaderos.

Acompañó a San Martín a reforzar el Ejército del Norte, hasta entonces comandado por Manuel Belgrano. Luego fue al ejército de la Banda Oriental y, tras obtener licencia para volver a Buenos Aires, se le dio el mando de la fragata "María Josefa".

En 1813 se casó con Norberta Merlo, hermana de su amigo Ramón e hija de un ex oficial español que se había batido, ocho años antes, en Trafalgar. El matrimonio fue conveniente a los fines de ascender en la escala social, emparentándose con una familia rioplatense.

Para entonces, Bouchard hablaba un particular híbrido de español de Buenos Aires y francés de Provenza. Se reconocía su entrega incansable, a la vez que su temperamento exaltado: no era extraño verlo pegando planazos con su sable a sus subordinados más indisciplinados.

La Guerra de Corso en el Pacífico

En septiembre de 1815, el Director Supremo Ignacio Álvarez Thomas le otorgó la patente de corso a Bouchard, en una expedición financiada por Vicente Anastasio Echevarría.

Echevarría era un abogado rosarino de dilatada vida pública. Sus padres habían soñado que fuera sacerdote, destino que se encargó de cambiar cuando decidió estudiar leyes y se casó con su prima, provocando un escándalo que llegó hasta los tribunales. Combatiente en las Invasiones Inglesas, dueño de una fortuna importante, estuvo desde el principio de la Revolución, tras bambalinas, cerrando acuerdos y financiando a los ejércitos patriotas. Echevarría sería un hombre providencial para Hipólito Bouchard, quien sabía ganarse enemigos con suma facilidad.

Dos naves corsarias pusieron proa al Cabo de Hornos para actuar en el Océano Pacífico. Una tormenta hundió el barco comandado por Oliverio Russell; Bouchard logró salvar el suyo, la corbeta "Halcón", y rodear el Cabo, pese a la oposición de sus oficiales, que querían volverse y llevaron su insubordinación al borde del motín.

A fines de 1815, en la Isla de la Mocha, Bouchard se reunió con Guillermo Brown para coordinar acciones conjuntas. Fue un encuentro de temperamentos opuestos, que se proyectaban a las tripulaciones: profesionales, respetuosos del orden y de su capitán, en el buque del irlandés; indisciplinados y fuertemente enfrentados con el mando, en la nave del francés.

En la reunión acordaron que Brown sería el comandante general de la expedición. Bouchard debió aceptar, pero no estaba de acuerdo con los desmesurados planes del irlandés, que decidió el bloqueo nada menos que de la fortaleza española de El Callao.

Los tres barcos de la pequeña flota corsaria (la fragata "Hércules", el bergantín "Santísima Trinidad" y la corbeta "Halcón") hostigaron las líneas de comunicación realistas. Entre otras hazañas, hundieron la fragata "Fuente Hermosa" y capturaron una nave similar, la "Consecuencia", el 28 de enero de 1816. Ese barco sería luego rebautizado con el nombre de "La Argentina", el buque que daría la vuelta al mundo al mando de Bouchard.

En un ataque a Guayaquil, Guillermo Brown fue capturado por las fuerzas españolas. Bouchard y el hermano de Brown, Miguel, negociaron un canje para recuperar al prisionero, a cambio de ceder gran parte del botín obtenido.

Poco después, Bouchard informó a Brown que su barco hacia agua y que volvería a Buenos Aires. Negociaron el reparto de bienes; a Bouchard le tocó en suerte la "Consecuencia", por la que cedió la "Halcón", y mantuvo otra nave muy deteriorada, la "Carmen" o "Andaluz", para la que tenía otros planes: se la dejó a los oficiales que habían intentado insubordinarse...

Comienzo de la Vuelta al Mundo

"El capitán, a cuya dirección iba fiada 'La Argentina' y su fortuna, reunía en sí, física y moralmente, las cualidades y defectos de un héroe aventurero".
Bartolomé Mitre, "El crucero de La Argentina. 1817-1818"

A mediados de 1816, Hipólito Bouchard desembarcó en Buenos Aires y se encomendó a los preparativos de una nueva expedición corsaria, patrocinada otra vez por Vicente Echevarría.

Se hizo de los pocos recursos que el gobierno podía darle (sables de caballería, para una operación en el mar...) y preparo su tripulación, en la que se destacaba un joven criollo que participó en su anterior viaje, Tomás Espora, a quien esperaba un glorioso futuro en la marina argentina.

El primer inconveniente que debió afrontar la expedición ocurrió cuando todavía no había partido y casi termina con la aventura antes de empezar. En la noche del 25 de junio de 1817, una discusión a bordo del buque terminó en una pelea que debió ser reprimida por la infantería de marina, con el saldo de dos muertos y cuatro heridos graves. El Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón suspendió la partida de "La Argentina" y ordenó una investigación sobre las causas del motín. Nuevamente, la muñeca política de Echevarría destrabó el conflicto. Dos días después de los incidentes, la expedición por fin pudo zarpar.

"La Argentina" enfiló hacia África. En medio del mar se debió sofocar un incendio intencional, que casi termina con la fragata. Para empeorar la situación, las diferencias entre los expertos marinos extranjeros (principalmente británicos) y los criollos, para nada habituados a la dura vida del mar, amenazaban ahondarse con la tensión de los días en el océano.

Cruzar el Atlántico les llevó poco más de dos meses. El 4 de setiembre de 1817, "La Argentina" atracó en el puerto de Tamatave, en la costa oriental de Madagascar. Allí inspeccionó cuatro barcos (tres ingleses y uno francés), ejerciendo el derecho de visita que Gran Bretaña y Estados Unidos aplicaban en África desde 1812. Bouchard comprobó que se trataba de barcos negreros, y entonces liberó a los esclavos y requisó los víveres. Cinco marineros de la goleta negrera francesa pidieron alistarse en "La Argentina", al conocer que su capitán era francés y luchaba por la libertad. En cuanto llegó la corbeta de guerra británica "Comway", Bouchard puso a su capitán al tanto de lo obrado y lo dejó al mando de las tareas de vigilancia.

"La Argentina" entonces puso proa a Oriente en busca de navíos enemigos. Nuevamente debió afrontar fuertes tempestades, y durante la travesía del Océano Índico buena parte de la tripulación enfermó de escorbuto. Los alimentos empezaron a escasear: sólo quedaban galletas, demasiado duras para ser masticadas por los enfermos, que debían mojarlas para poder comerlas. No había día que no arrojaran un muerto al agua. El 18 de octubre, el capitán de un buque norteamericano les informó que hacía más de tres años que las naves españolas de la Compañía de Filipinas no traficaban en los puertos de la India. Hipólito Bouchard supo que debía llegar a dichas islas si quería encontrar españoles.

El 7 de noviembre, con una tripulación diezmada, "La Argentina" fondeó en la isla Nueva de la Cabeza de Java. Desembarcaron a los enfermos y armaron tiendas de campaña. Tras unos días, fray Bernardo de Copacabana, sacerdote betlemita que hacía de médico a bordo, decidió probar con un singular método para recuperar a los enfermos: los enterró hasta el cuello en la arena. En palabras del propio Hipólito Bouchard: "el que era pasado totalmente del escorbuto murió al cabo de una hora desde que se hallaba en la tierra y los demás consiguieron mejorarse. Esta operación se repitió muchas veces hasta que los pobres podían servirse de sus miembros".

Al mediodía del 7 de diciembre fueron atacados por piratas malayos, famosos por su crueldad. Bouchard no tenía artilleros sanos para emplear sus cañones, y entonces ordenó a sus hombres enfrentar el peligro con fusiles y armas blancas. El fuego nutrido impidió el abordaje de los piratas, cuyo comandante, al verse derrotado, se clavó dos puñaladas en el pecho y se arrojó al mar. Cinco de sus oficiales lo imitaron.

Bouchard ordenó la toma de la nave y la reducción de los piratas derrotados. Otras cuatro embarcaciones escaparon. Siguiendo los usos y costumbres del mar, Hipólito Bouchard convocó un consejo de guerra que juzgó a los prisioneros. Probados sus crímenes (entre ellos, el asesinato de toda la tripulación de un barco portugués que ya se había rendido), el consejo sentenció a muerte a los piratas, con excepción de algunos menores que fueron recibidos como grumetes.

Los piratas malayos fueron devueltos a su nave, a la que se le aserraron sus palos. Luego, Bouchard ordenó el fuego. Los piratas desaparecieron bajo las aguas gritando: "¡Alá! ¡Alá!".

Tras esta aventura, "La Argentina" soportó la calma de un mar sin vientos en el pasaje del estrecho de Macasar hacia el Mar de las Célebes. Luego enfiló hacia la isla de Luzón y, más allá, Manila, la joya del imperio español en Oriente, a la que pretendía bloquear.



Durante dos meses "La Argentina" bloqueó Luzón, hundió dieciséis barcos, abordó otros dieciséis y apresó a cuatrocientos realistas. El bloqueo del comercio español causó en Manila una inflación del 200 % en dos meses. Hipólito Bouchard decidió luego ir a China, en busca de más navíos españoles.

En el viaje a Cantón, "La Argentina" estuvo a punto de zozobrar por las fuertes tormentas que debió afrontar, con la consecuencia de que varios tripulantes convalecientes murieron. Como agravante, los víveres volvieron a escasear. Bouchard revió su plan y puso proa a las Islas Sandwich, las actuales Hawaii, para reaprovisionarse y recuperar a su tripulación.

Uno de sus biógrafos (Julio Manrique, tripulante de "La Argentina") asegura que, en esos días, el corsario francés meditó atacar la isla británica de Santa Elena y liberar a su admirado Napoleón. La inconveniencia política del gesto y la presión de la tripulación para dirigirse a Hawaii le habrían hecho renunciar a esa aspiración. Manrique es el único de todos los cronistas que menciona la historia (hecho que, en mi opinión, no invalida su relato). Empero ¿quién sabe? tal vez sólo sea una más de las leyendas que rodean la vida de Hipólito Bouchard.

Bouchard en Hawaii

El 18 de agosto de 1818, "La Argentina" fondeó en la bahía de Kealakehua, en una de las islas del archipiélago hawaiano. Hawaii era entonces un reino independiente, gobernado por Kamehameha I, un monarca benévolo y progresista, que había armado una pequeña flota con la que comunicaba las islas del reino y comerciaba con China. Se había rodeado de asesores europeos, que lo aconsejaban en su trato con las potenciales imperiales de la época.

Hawaii también era una especie de paraíso mahometano: se caracterizaba por la desinhibición sexual de sus mujeres, bellas morenas de senos descubiertos, que siempre hicieron las delicias de los marinos que arribaron a sus tierras...

Apenas llegó, Bouchard se encontró, atracada en el puerto, una nave que había sido comprada por el rey. Tras prudentes averiguaciones, Bouchard descubrió que era la corbeta argentina "Santa Rosa", o "Chacabuco", que se aprestaba a partir, también en afán corsario, cuando "La Argentina" dejó Buenos Aires. La tripulación de la "Santa Rosa" se había rebelado frente a la costa de Chile y, tras desembarcar a sus oficiales, peregrinó por el Pacífico hasta Hawaii. Los hombres se dispersaron por la isla, habían tomado mujer y estaban adaptados a las costumbres locales. Ante la falta de tripulación, el capitán le vendió el buque al rey Kamehameha y partió sin que se supiera más de su suerte.

Entonces, una ley del mar, que se aplicaba estrictamente, establecía que cualquier capitán que encontrase marineros amotinados debía ejecutarlos sin dilación, para escarmiento y para evitar que el ejemplo cundiese. En esa época los oficiales eran pocos; la mayoría de la tripulación de cualquier barco estaba formada por levados, esclavos, condenados y capturados.

Bouchard apresó a un grupo de hombres del "Santa Rosa" que estaban escapándose de las islas. Comprobó que la corbeta estaba totalmente desmantelada, varada en el puerto, y decidió efectuar el reclamo ante el propio monarca. Finalmente ambos llegaron a un acuerdo: el rey devolvía la nave, aportaría hombres a la tripulación de Bouchard (unos cien) y éste indemnizaría a la corona por los gastos de compra del buque.

En las memorias de José Piris, integrante de la expedición de Bouchard, se afirma que Kamehameha firmó un Tratado de Comercio, Paz y Amistad con Hipólito Bouchard, en el que reconocía la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. De haber sido así, Hawaii sería el primer país no hispanoamericano en reconocer la independencia argentina, ya que recién en 1821 Portugal haría lo propio, un año antes que Brasil y Estados Unidos y cuatro antes que Gran Bretaña. Empero, ni en la bitácora de Hipólito Bouchard ni en ninguna otra fuente se asienta el reconocimiento de la independencia argentina, hecho de gran magnitud para faltar en la crónica de los hechos.

Bouchard prosiguió la captura de los amotinados del "Santa Rosa" en Kaouai. En Oahu, la isla más grande y rica de Hawaii, cargaron provisiones y atraparon a los últimos amotinados que se habían escondido en los bosques (uno fue condenado a muerte y el resto a recibir azotes). Tras otorgar grados militares al rey Kamehameha y nombrar algunos cónsules, decisiones para las que no estaba facultado, Hipólito Bouchard partió hacia el este. Junto a "La Argentina" iba la nueva nave de la flota, la "Santa Rosa", al mando de Peter Corney, ex marino a quien Bouchard conoció en Hawaii, regenteando la taberna del pueblo.

California

California era, en esos años, apenas un puñado de misiones franciscanas dispersas sobre la costa, donde religiosos y nativos vivían plácidamente. La capital era Monterrey. Se cultivaba trigo, alfalfa y frutales, y había una incipiente industria vitivinícola. Los vinos, junto a los cueros, el sebo y los manufacturados de los ovinos eran los principales artículos de exportación. Aislados por el desierto, su comunicación principal era marítima.

El 20 de noviembre de 1818, los vigías de Monterrey vieron arribar a "La Argentina" y a la "Santa Rosa". De pronto, el viento cesó y la corbeta "Santa Rosa" quedó varada. El gobernador Solá había mandado instalar dos baterías en la playa para proteger el desembarcadero: en quince minutos, la corbeta fue acribillada y el puente argentino se llenó de muertos y heridos.

Era la madrugada del 24 de noviembre, con los hombres rescatados del "Santa Rosa", Hipólito Bouchard desembarcó con 200 infantes y marineros, armados de fusiles o lanzas, además de algunos cañones. Las primeras respuestas de los guardias fueron repelidas. Los apenas 25 soldados españoles huyeron asustados.

Uno de los guerreros hawaianos que integraban la tripulación arrió la bandera española y enarboló la enseña argentina. Desde esa noche, hasta el 29 de noviembre, California fue argentina.

Como era esperada la presencia corsaria, el gobernador había ordenado la evacuación preventiva de mujeres y niños, además de los archivos y dinero de la Real Hacienda. Los esperados refuerzos de San Francisco y San José no intentaron recuperar la ciudad, sino que esperaron la ida de los argentinos.

Las tripulaciones de "La Argentina" y de la "Santa Rosa" se dedicaron al saqueo. Los marinos hawaianos tenían predilección por... los vestidos de las mujeres que encontraron en las casas. El ganado que no podía llevarse, se mataba. Se incendió el fuerte, el cuartel de artilleros, la residencia del gobernador y las casas de los españoles, pero se respetaron tanto los templos como las propiedades de los criollos.

Poco después atacaron el rancho El Refugio, la hacienda de los Ortega, contrabandistas conocidos de la zona, quienes habían colaborado con las autoridades coloniales contra los patriotas mexicanos. Se repitió el saqueo como en Monterrey (3).

Luego, los corsarios atacaron San Juan de Capistrano. Bouchard solicitó provisiones a cambio de no hostilizar la población, recibiendo como respuesta una bravuconada del prior. Una partida saqueó la misión, bien nutrida de licores, pero sin dinero ni tesoros, los que ya habían sido evacuados. El retorno de estos hombres a "La Argentina" fue un tanto errático, por su grado de ebriedad (4).

La pequeña flota corsaria pasó de largo frente a San Diego y se refugió, para reparar los buques, en la bahía Vizcaíno (hoy Key Biscayne, de siempre grato recuerdo para el tenis argentino). Permanecieron en ese lugar hasta enero de 1819, cuando partieron hacia el sur, a rondar los puertos de San Blas y Acapulco. Ya en América Central, atacaron Sonsonete, en El Salvador, y el 2 de abril, el Realejo, en Nicaragua, uno de los centros más importantes del comercio y la marina colonial española, amén de principal astillero del Pacífico.

Bouchard decidió atacar el puerto con dos lanchas armadas de cañones y botes tripulados por medio centenar de hombres. Entraron en el canal antes del amanecer, pero fueron descubiertos por el vigía al salir el sol. Pronto todas las fuerzas enemigas estuvieron listas para su llegada, formando una doble hilera de defensa, compuesta por un bergantín, un pequeño lugre y una goleta. Sin embargo, y con sus magros recursos, los corsarios igual capturaron el puerto.

A la mañana siguiente, quemaron el bergantín y la goleta, insatisfechos por el pobre rescate ofrecido por sus dueños, e incorporaron el pequeño lugre y la nave "María Sofía" (anclada en el puerto) a la flota de Buenos Aires.

La aventura de Hipólito Bouchard en el Pacífico Norte terminó tras el enfrentamiento con un bergantín que cañoneó a la "Santa Rosa", sembrando de muertos y heridos la cubierta. Sin "La Argentina" (dedicada a la tarea de vigilar las presas capturadas en Realejo) Bouchard se disponía a un duro ataque enemigo cuando, sorpresivamente, a poco de entrar en batalla, la nave agresora arrió la bandera hispana y alzó la chilena. Era una embarcación corsaria, capitaneada por un tal Coll, que se había enfrentado a la "Santa Rosa" creyéndola española. Indignado, Hipólito Bouchard pidió que le enviaran un cirujano para atender a los heridos. Como respuesta, Coll se marchó.

La liberación de Perú

Ante los daños de la "Santa Rosa" y, al tanto de que San Martín estaba por lanzar su campaña marítima contra el poder español en Perú, Bouchard decidió dar por finalizada la expedición y enfilar hacia Valparaíso. Cuando llegó al puerto, se encontró con desagradables sorpresas. Por orden del vicealmirante escocés Lord Cochrane (el "Lord filibustero" como lo llamaba San Martín) fueron arrestados, causados de piratería; el cargamento fue confiscado. Bouchard trató de resistir, pero la superioridad de sus adversarios hizo inútil cualquier defensa. Se rindió y quedó detenido.

Se inició un tortuoso juicio, en el que su defensor fue Tomás Guido. San Martín, Sarratea, Echevarría, O'Higgins, apelaron en su favor. Dado los débiles cargos del expediente, surge la idea de que la codicia de Lord Cochrane fue el acicate para el despojo, como tiro por elevación a San Martín, con quien tenía una sorda lucha.

Enfurecido ante la injusticia, el coronel Mariano Necochea, compañero de Bouchard en San Lorenzo, armó un piquete de sus granaderos y tomó "La Argentina", desoyendo las amenazas de las autoridades. La nave le fue reintegrada al capitán francés.

Una vez liberado, Bouchard recorrió "La Argentina"y se encontró con que los cañones y velas habían sido retirados para equipar otras naves. No había ninguna embarcación menor, ni cabos, palos, vergas o timón. La bandera celeste y blanca, ennegrecida, yacía en un rincón de la cubierta. La bodega estaba vacía: todo lo ganado en la excursión en el Pacífico había sido saqueado.

Echevarría había conseguido nuevas patentes de corso y planeaba llamar a Bouchard a Buenos Aires, para operar con sus flotas en el Litoral argentino, pero el marino tenía otros planes. Ni él, ni sus subordinados, pretendían perderse la campaña libertadora al Perú. En una carta a Echevarría, Bouchard le comunicó que había decidido participar en la expedición a la tierra de los incas, y le pidió que velara por las necesidades de su familia (su esposa y sus hijas Carmen y Fermina) y se comprometió a reintegrarle los gastos a su regreso. Echevarría se enfureció y se negó. La familia de Bouchard quedó librada a su suerte.

Por los daños sufridos, tanto "La Argentina" como la "Santa Rosa" sólo hacían transportes de carga para los ejércitos libertadores, desembarcados en Perú en setiembre de 1820. Parecía el fin. Al poco tiempo, "La Argentina" fue desguazada y vendida como leña vieja. La "Santa Rosa" se incendiaría luego, en la revuelta del Callao de 1824.

Sin recursos económicos, Hipólito Bouchard se presentó al general San Martín y le rogó que lo dejara regresar a Argentina. Pero el Libertador le pidió cinco meses más, tal vez pensando en darle el mando de la marina peruana tras la liberación (el 28 de julio de 1821, José de San Martín proclamó la independencia en Lima).

Cuando Cochrane se apoderó de los caudales limeños depositados en sus buques de guerra, con el pretexto de cobrar haberes adeudados, San Martín organizó la marina de guerra peruana y le dio a Bouchard el mando de la fragata "Prueba", la nave más importante de la flota. Lord Cochrane temió el enfrentamiento con el héroe francoargentino y dio marcha atrás.

El Final, Lejos del Mar

Hasta 1828 Hipólito Bouchard siguió al servicio de la marina peruana. Entonces se retiró y se estableció en las haciendas de San Javier y San José de Nazca, adjudicadas como recompensa por el Congreso peruano. Bouchard fundó un gran ingenio azucarero, al que llamó "La Buena Suerte". Entonces, las Provincias ya no más Unidas se desangraban en la guerra civil. El héroe de antaño nunca volvió a ver a su esposa ni a sus hijas, y se volvió cada vez más hosco. Su cólera explotaba a cada momento y se descargaba violentamente, justo él, el libertador de esclavos, contra los peones de sus haciendas.

En el anochecer del 4 de enero de 1837 golpeó a un sirviente, pero esta vez, hubo violentas protestas. Hipólito Bouchard tomó un pistolón y su viejo sable de abordaje, pero fue tarde. Los sirvientes lo mataron a puñaladas.

Sus restos estuvieron perdido por más de 120 años, hasta que en junio de 1962 fueron encontrados en una cripta olvidada de una parroquia en Nazca, Perú. El 6 de julio de ese año, los restos fueron exhumados por una comisión conjunta de las marinas argentina y peruana y repatriados a Buenos Aires, a bordo de un crucero llamado "La Argentina". Hoy reposan en el Panteón de Buenos Aires.

Notas

(1) Una reliquia de estas épocas se encuentra en la actual Constitución argentina. El artículo 75 (que era el 67 antes de la reforma constitucional de 1994), que dispone las competencias del Congreso, dice en su apartado 26 (antes el 22): "Conceder patentes de corso y de represalias, y establecer reglamentos para las presas".

(2) Cada 9 de julio, la comuna de Bormes conmemora en un acto la independencia argentina, homenajeando a la patria adoptiva de uno de sus hijos dilectos.

(3) En Santa Bárbara pueden verse, en un largo muelle de la playa, altos mástiles con las banderas de las naciones que alguna vez ocuparon California: España, Rusia, México, Estados Unidos y... Argentina. En el segundo piso del County Court House hay un mural que representa la ocupación de 1818.

(4) A San Juan de Capistrano llegan, en la primavera boreal, las golondrinas que emigran desde Argentina. En lo que hoy es Dana Point se sigue recordando el ataque de Hipólito Bouchard a San Juan de Capistrano, con la Fiesta Anual del Pirata. Cabe aclarar que, para la mayoría de los textos anglosajones, Bouchard es un mero pirata. Uno de los pocos que le hace justicia es Peter Uhrowczik, en su obra "The Burning of Monterey: The 1818 Attack on California by the Privateer Bouchard", Cyril Books, 2001. Hasta donde sé, no hay versión en español.

Libros

La mejor fuente posible, un siglo y pico después, sigue siendo la obra de Bartolomé Mitre, "El crucero de la Argentina 1817-1819", incluida en "Páginas de Historia", que se puede descargar gratis (en formato .pdf, 757 Kb) de http://www.e-libro.net/E-libro-viejo/libros_gratis.htm.

"El Águila Guerrera". Pacho O'Donnell, Editorial Sudamericana, 1998.

"Corsarios argentinos". Miguel Angel de Marco, Editorial Planeta, 2002.

Artículos

"Cuando Hawaii tuvo bandera argentina". Conrado Etchebarne Bullrich. La Nación, Suplemento Enfoques, domingo 14 de setiembre de 1997.

Enlaces

Artículo detallado

Armada Argentina

Sobre el Rescate de Napoleón

Relatos del Viaje alrededor del Mundo

Biografía de Bouchard

¿Qué es una Patente de Corso?

Goya, España, El Tiempo y la Historia

Un recorrido por el Arte de Goya, analizando 3 de sus Obras:
- España, el Tiempo y la Historia, en Estocolmo
- El Tiempo, la Verdad y la Historia, en Boston
- Retrato de Fernando VII, en Santander.

Goya desarrolla el tema de España, tan de actualidad siempre, en tres alegorías de contenido profundamente político:

Alegoría de la Constitución de 1812
Titulo: España, el Tiempo y la Historia, 1812-14
Autor: Francisco José de Goya y Lucientes
Museo: Museo Nacional de Estocolmo
Caracteristicas: Oleo sobre lienzo 294 x 244 cm.



No es muy habitual que Goya pinte escenas alegóricas, aunque sí realizó alguna a lo largo de su carrera. Su faceta más conocida como retratista hace que estas imágenes adquieran un mayor valor por su originalidad. Sobre un fondo nebuloso encontramos tres figuras: el Tiempo - con las alas desplegadas - nos trae a España a primer plano, mientras con su mano izquierda sujeta un reloj de arena con la ampolla superior llena para indicarnos que comienza una nueva era; España, vestida de blanco y con un pronunciado escote, porta en su mano derecha un pequeño libro - la Constitución de Cádiz del año 1812 - y en la izquierda un cetro, dando a entender la superioridad de la Carta Magna sobre el poder monárquico; en primer término aparece la Historia, desnuda al ser también la imagen de la Verdad, tomando nota del acontecimiento mientras pisa los antiguos textos legales de una época ya pasada. Goya nos muestra su carácter liberal de manera abierta, sin ningún tipo de tapujos, poniendo todas sus esperanzas en el Texto Constitucional que rompía con el Antiguo Régimen e inauguraba la España liberal. Desgraciadamente, Fernando VII no la aplicó y la famosa "Pepa" - llamada así porque la Constitución se promulgó el día 19 de marzo de 1812, festividad de San José - cayó en saco roto. Aunque la temática de la obra tenga tintes neoclásicos al emplear figuras alegóricas, el estilo al que recurre Goya es el característico de los años de la Guerra de la Independencia - véase las Majas al balcón -. En dicho estilo se observa un interesante contraste cromático, las pinceladas son muy rápidas sin preocuparse de los detalles y la luz empleada baña a las figuras produciendo una sensación atmosférica que recuerda a Velázquez. La forma de trabajar del aragonés está demostrando su peculiar evolución hacia un estilo totalmente personal, que tendrá escasos adeptos entre los miembros de la aristocracia, los cuales elegirán como nuevo retratista a Vicente López.

El Tiempo, la Verdad y la Historia
Titulo: El Tiempo, la Verdad y la Historia, 1797-99
Autor: Francisco José de Goya y Lucientes
Museo: Museo de Boston
Caracteristicas: Oleo sobre lienzo 41´6 x 32´6 cm.


Goya es un pintor de realidades más que de alegorías. Por eso resulta extraño que entre sus obras encontremos una alegoría referente a la Verdad, el Tiempo y la Historia. Hacia 1797 realizó este boceto que aquí contemplamos en el que las tres figuras aparecen desnudas. La Verdad en pie, el Tiempo con alas y un reloj de arena en la mano y la Historia anotando hechos en su libro. Los rápidos y seguros toques de pincel caracterizan una composición en la que la luz también tiene un importante papel. El lienzo definitivo apenas tiene modificaciones en la postura de las figuras, aunque la que está de pie viste un elegante traje escotado y la Historia y el Tiempo cubren sus cinturas con plegados paños. Al sujetar la figura de la Verdad un libro en su mano derecha se ha identificado con España en el cuadro definitivo, fechándose entre 1812 y 1814 y sustituyéndose el título por España, el Tiempo y la Historia. ¿Por qué Goya pintó un boceto preparatorio 15 años antes del lienzo definitivo? ¿Está la fecha del cuadro de Estocolmo equivocada? ¿Forma parte este boceto de las escenas de "capricho" que Goya pintó en los últimos años del siglo XVIII? Es difícil responder a estas preguntas con los escasos datos existentes. Juliet Wilson-Bareau sugiere con gran acierto que podría tratarse de una alegoría con motivo del nombramiento de Jovellanos como ministro de Gracia y Justicia en noviembre de 1797. Jovellanos fue destituido posteriormente por lo que el cuadro alegórico quedaría en suspenso. En 1812 Goya recuperaría la idea para festejar la llegada del constitucionalismo.

Retrato de Fernando VII
Titulo:Retrato de Fernando VII, 1814
Autor: Francisco José de Goya y Lucientes
Museo: Museo de Bellas Artes (núm. cat. 0001), Santander
Caracteristicas: Oleo sobre lienzo 205 x 123 cm


En 1814, el Ayuntamiento de Santander encarga a «un buen Maestro» la realización de un retrato de Fernando VII. El encargo recae en Goya, quien cobra por su realización ocho mil reales de vellón. El retrato tenía como función presidir el salón de sesiones del Ayuntamiento, siendo exhibido en determinadas celebraciones desde la balconada principal del Consistorio. Con el tiempo, el lienzo pasó al olvido; tanto, que durante muchos años se consideró salido del pincel de un imitador del aragonés. Fue el pintor cántabro Joaquín González Ibaseta (?-1925) quien vio la mano de Goya en el retrato, punto que comenta por carta a Aureliano de Beruete (vid. El Cantábrico, de 3 de abril de 1903). El 30 de octubre de 1948 es trasladado definitivamente al Museo de Santander donde hoy se exhibe junto con la reproducción facsimilar de la documentación del encargo, aceptación y recibo de entrega, en la que están plasmadas las firmas autógrafas del artista y del entonces alcalde de la ciudad Juan Nepomuceno de Vial.
El Ayuntamiento dicta una serie de condiciones que se recogen en el documento del encargo: «Ha de ser el lienzo de siete pies de alto por el ancho proporcionado. El retrato deberá ser de frente y de cuerpo entero; el vestido de Coronel de Guardias con las insignias reales. Deberá tener la mano apoyada sobre el pedestal de una estatua de España coronada de laurel y estarán en este pedestal el cetro, corona y manto: al pie un león con cadenas rotas entre las garras». Parece factible que las autoridades municipales redacten estas condiciones a partir de la iconografía del retrato de Carlos IV que, atribuido por Urrea a Bernardo Martínez del Barranco, hoy se exhibe también en la pinacoteca santanderina. En este retrato de Carlos IV, el Rey aparece de cuerpo entero; le acompaña una sedente figura femenina -alegoría de España- acomodada sobre un castillo o fortificación que le sirve de pedestal; a la izquierda del monarca se sitúan el cetro y la corona; y, a los pies, un león de fiera fisonomía, dos globos terráqueos y las columnas de Hércules.
Para la realización del retrato, Goya se vale posiblemente de un apunte tomado en 1808, que se conserva en el Musée d'Agen (Francia) y sigue con fidelidad las pautas iconográficas que le marca el Ayuntamiento. Fernando VII aparece de cuerpo entero con el uniforme de Coronel de Guardia de Corps, con fajín rojo a la cintura, banda de la Orden de Carlos III, varias condecoraciones (Toisón de Oro, Orden de Carlos III) y el sable reglamentario. Apoya su brazo izquierdo en el pedestal que soporta la alegoría de España coronada de laurel. A la izquierda del monarca se sitúan el cetro, la corona y dos mantos, uno rojo y otro de armiño. Sobre éstos se aprecia un enigmático objeto, especie de transparente bóveda de crucería que guarnece algo parecido a una piedra. A los pies se recuesta un manso león, con una cadena entre las garras y, en el suelo, se sitúan diversos eslabones rotos. Es un ejemplo de consistente realismo y madurez en la obra del aragonés: desenvuelto peinado, a la moda; contraste entre la figura del Rey y el fondo; vivos y vibrantes rojos, azules y blancos; sabia modulación de los negros; disperso moteado de verdes esmeraldas, sutiles nacarados, desenfado, en suma, en el tratamiento técnico.
Con el paso del tiempo, la obra ha sufrido varias restauraciones. En febrero de 1876, Francisco Pedraja procede al arreglo del marco y lienzo. En agosto de 1947, Jerónimo Seisdedos lleva a cabo su limpieza. En marzo de 1979, Macarrón se encarga del arreglo del marco, incorporación de bordes y sentado de color. Y entre julio y septiembre de 1994, Clara Quintanilla y Enrique Quintana (Museo del Prado) realizan una fijación y limpieza generales, junto con la eliminación del repinte negro de fondo.
Tras la acertada restauración de 1994, han aflorado dos elocuentes desgastes o barridos que arrojan más datos iconográficos. El primero de estos barridos está ubicado en el brazo izquierdo de la figura alegórica, manifestando la eliminación de un posible cetro; el supuesto dedo índice aparece ciertamente desarticulado y buena parte del brazo no se adecua a las calidades pictóricas de Goya. El otro desgaste se sitúa sobre la cabeza del Rey, como consecuencia del borrado de una corona de laurel (apreciación ésta que coincide con el informe de restauración de 1994), corona que posiblemente le era colocada al monarca por la escondida mano derecha de la misma figura alegórica. Estas eliminaciones debieron ser realizadas en un tiempo muy cercano a la entrega del retrato.
Los elementos iconográficos -visibles y borrados- dan pie a una serie de dudas razonables en su interpretación, punto clave en la lectura del retrato. En esta lectura, no se han de perder de vista los distintos hechos históricos acaecidos en España con la llegada de Fernando VII a Madrid (mayo de 1814): abolición de la Constitución de 1812, derogación de todos los decretos de las Cortes, reinstauración de la Inquisición, desaparición de la libertad de Imprenta... Un auténtico golpe de estado basado en una cruel persecución y aplastamiento del régimen liberal. Si, de acuerdo a la documentación conservada, Goya firma el recibo de cobro del retrato en diciembre de 1814, tras haber tardado en su realización quince días, los acontecimientos absolutistas contrarios al pensar del artista tienen lugar antes de la solicitud municipal. Por otro lado, también se conoce cómo Goya trataba de eludir cualquier sospecha de afrancesamiento, aunque en su fuero interno no renunciara a sus ideales.
Pues bien, retornando el retrato de Fernando VII, se advierte una dualidad en las figuras del Rey y de la alegoría de España: en origen están dotadas de dos idénticos atributos, la corona de laurel y el cetro. El hecho de que la figura femenina apareciera con un posible cetro -hoy borrado- indica que estamos -en el origen del retrato- ante la alegoría de la España constitucional y no de la España absolutista, hoy corroborado con la eliminación de este elemento. Coincidiría, por tanto, con distintas apreciaciones vertidas sobre la figura femenina central de la obra de Goya titulada España, el Tiempo y la Historia, del Museo de Estocolmo (referente a la interpretación), véase por ejemplo Catálogo de exposición 1982 o López Torrijos, 1996. Este lienzo, también titulado La adopción de la constitución de 1812 por España (Catálogo de exposición de 1812, pp. 82-83) y El Tiempo, la Verdad y España (Catálogo de exposición 1994-1995, pp. 130- 131), parece tener relación directa con el retrato de Fernando VII en cuanto a sus figuras alegóricas de España, tal como ya se ha tratado.
Asimismo, en el lienzo del museo santanderino, la alegoría de España se presenta sonriente y con los senos descubiertos, manifestándose en origen como madre constitucional del pueblo español que gentil, bondadosa y confiadamente, corona al Rey con su mano derecha. La eliminada corona de laurel de Fernando VII llevaría a pensar en un claro arrepentimiento, presencia-ausencia de alegato ideológico ante el execrable absolutismo. Borrada la corona de laurel y borrado el cetro constitucional, ante la nueva situación política, el supuesto equilibrio ideológico retorna al retrato.
Por otro lado, la representación del león, de acuerdo al exacto dictado municipal -«al pie un león con cadenas rotas entre las garras»- parece evidenciar la liberación del pueblo español a raíz de la expulsión de las tropas francesas.
Quedan en el retrato otros detalles susceptibles de identificación e interpretación: el enigmático objeto sobre el cetro y la corona, y el rostro en el medallón del pedestal. Este último podría identificarse, de forma fácil y superficial, con la figura de Hércules, dada la dirección de su mirada hacia el león (Nemea) y la cercana presencia de las cadenas (liberación a manos de Busiris o encadenamiento del Cancerbero), con presunta referencia a las columnas de Hércules presentes en el retrato de Carlos IV de Martínez del Barranco del Museo de Santander, antes mencionado. Hipótesis remota y difícilmente defendible.
Las anteriores interpretaciones pueden otorgar al Fernando VII de Goya un contenido de rico trasfondo político e ideológico. Y es que a Goya se le podía dictar la iconografía, pero su brillante y compleja personalidad difícilmente podía sujetarse a dictados externos a la hora de otorgarles contenido.

Huérfanos Electrónicos: La serie

http://www.huerfanoselectronicos.com/

Huérfanos Electrónicos: La serie por capítulos, está online y hecha enteramente en Flash.. una chorradilla de dibujos animados..

Citas célebres sobre sexo

“El sexo es como una partida de mus: Si no tienes una buena pareja… más te vale tener una buena mano.”
– Woody Allen

“Las mujeres son capaces de fingir un orgasmo, pero los hombres pueden fingir una relación entera.”
– Sharon Stone

“Cuarenta y cinco años mastúrbandome y sigo sin tener fuerza en la mano.”
– Billy Wilder

“¿Conoces esa mirada que tienen las mujeres cuando quieren sexo contigo? Yo tampoco.”
– Steve Martin

“La bisexualidad dobla inmediatamente tus posibilidades de ligar un sábado por la noche.”
– Rodney Dangerfield

“Masturbarse es hacerle el amor a la persona que uno más quiere.”
– Woody Allen

“¿Que el sexo prematrimonial es pecado? No existe el sexo premarital si no tienes intenciones de casarte.”
– Matt Barry

“La última vez que estuve dentro de una mujer fue cuando visitaba la Estatua de la Libertad.”
– Woody Allen

“Las mujeres necesitan una razón para tener sexo. Los hombres sólo necesitan un lugar.”
– Billy Crystal

“Algunos matrimonios acaban bien, otros duran toda la vida.”
– Woody Allen

“Uno no aprecia un montón de cosas en la escuela hasta que crece. Pequeñas cosas como ser castigado todos los días por una mujer de mediana edad. Cosas por las que uno paga un buen dinero más tarde en la vida.”
– Elmo Philips

“Creo que el sexo es una de las cosas más bonitas, naturales y gratificantes que el dinero puede comprar.”
– Tom Clancy

“Creo que el sexo es una cosa hermosa entre dos personas. Entre cinco, ya es fantástica.”
– Woody Allen

“Hay un gran número de dispositivos mecánicos pensados para aumentar la libido, particularmente entre las mujeres. El más efectivo es el Mercedes-Benz 380SL.”
– Lynn Lavner

“Dejar el sexo a las feministas es como dejar a tu perro de vacaciones con el taxidermista.”
– Matt Barry

“El sexo a los 90 es como intentar jugar al billar con una cuerda.”
– Camille Paglia

“Mi novia siempre se ríe mientras le hago el amor — no importa lo que esté leyendo.”
– Steve Jobs

“La inactividad sexual es peligrosa, produce cuernos.”
– Woody Allen

“Dios inventó el coito, el hombre inventó el amor.”
– Hermanos Edmond y Jules de Goncourt

“Mi madre nunca entendió la ironía que era llamarme hijo de puta.”
– Jack Nicholson

“Clinton mintió. Un hombre puede olvidar donde aparcó el coche o dónde vive, pero jamás olvidará una mamada… no importa lo mala que haya sido.”
– Barbara Bush

“Amaos los unos sobre los otros.”
– Woody Allen

“¡Ah!, si, Divorcio. De la expresión latina que significa: arrancar los genitales del hombre con su cartera.”
– Robin Williams

“Según una reciente encuesta, las mujeres afirman sentirse más cómodas desvistiéndose delante de hombres que de mujeres. Dicen que ellas se vuelven demasiado críticas, mientras que nosotros, los hombres, por supuesto, simplemente nos volvemos agradecidos.”
– Robert De Niro

“El sexo sin amor es sin duda una experiencia vacia, pero como experiencia vacia es de las mejores.”
– Drew Carey

“El problema es que Dios le dio al hombre un cerebro y un pene, y sólo suficiente sangre para que funcione uno a la vez.”
– Robin Williams

“Existen dos cosas muy importantes en el mundo: una es el sexo, de la otra no me acuerdo.”
– Woody Allen

“Mi esposa es un objeto sexual. Cada vez que le pido sexo, ella objeta.”
– Bob Hope

“Un intelectual es alguien que ha encontrado algo más interesante que el sexo.”
– Edgar Wallace

“¿Es sucio el sexo? Sólo cuando se hace bien.”
– Woody Allen

“Solo hay dos cosas que un hombre y una mujer pueden hacer en un día de lluvia. Y a mi no me gusta ver televisión.”
– Creo que de la película En el calor de la Noche

Photoshop TV

Videos del Photoshop
Una web donde se emiten semanalmente videos sobre photoshop.. cursos etc..

El caballo más pequeño del mundo


El caballo más pequeño del mundo
Que pocholada!

La Fotografía y la Pintura


Baile de Sombras
A mediados de 1895 el famoso pintor impresionista Edgar Degas recibe a una bailarina en su estudio y la fotografía en diferentes posturas. El resultado son tres placas que el pintor utiliza para realizar distintas composiciones. Meses después, Degas encuentra la forma de combinar las tres placas que le permite culminar, como si fuera un calco, su famoso cuadro “Bailarinas detrás del escenario”.

Astronomía: 10 Fotos del Universo


http://www.oddpeak.com/

10 interesantes fotos del universo.

lunes, noviembre 06, 2006

La Entrevista a Bruce Lee: "Be water my Friend"


La ultima entrevista a Bruce Lee antes de morir doblada al español y con la famosa frase "Be Water my Friend".