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miércoles, noviembre 08, 2006

Videoteca de artistas del Siglo XX

Videocreaciones de los artistas más vanguardistas del siglo XX. Ahora en esta web podemos descargarnos gratis sus obras en .AVI o .MPG. Una buena videoteca para cualquiera que quiera adentrarse en el mundo del videoarte.





Artistas:

Vito Acconci
Erik Anderson
Robert Ashley
Beth B
John Baldessari
Otmar Bauer
Samuel Beckett
David Behrman
Joseph Beuys
Jorge Luis Borges
Walerian Borowczyk
Stan Brakhage
George Brecht
James Broughton
Luis Buñuel
Robert Breer
Gunter Brus
William S. Burroughs
John Cage
Alexander Calder
John Cale
Peter Campus
Segundo de Chomón
Henri Chopin
Cinema of Transgression
Rene Clair
Carlfriedrich Claus
Jean Cocteau
Merce Cunningham
Guy Debord
Maya Deren
Jean-Marie Drot
Marcel Duchamp
Viking Eggeling
Ed Emshwiller
Jean Epstein
Harun Farocki
Flux Films
Richard Foreman
Terry Fox
Alberto Giacometti
Paul Glabicki
Philip Glass
Jack Goldstein
Groupe Medvedkine
Helmut Herbst
Piero Heliczer
Henry Hills
Abbie Hoffman
Isidore Isou
Joris Ivens
M Henry Jones
Mauricio Kagel
Richard Kern
Raashan Roland Kirk
Dimitri Kirsanov
Paul and Marlene Kos
Kurt Kren
Jerzy Kucia
Jacques Lacan
George Landow
Fernand Leger
John Lennon
Alfred Leslie
György Ligeti
Alvin Lucier
Willard Maas
George Maciunas
Gregory Markopoulos
Toshio Matsumoto
Paul McCarthy
Marie Mencken
László Moholy-Nagy
Jon Moritsugu
Robert Morris
Frank Mouris
Otto Muehl
Mathais Muller
Gordon Mumma
Bruce Nauman
Phil Niblock
Hermann Nitsch
Pauline Oliveros
Yoko Ono
Nam June Paik
Charlemagne Palestine
Artavazd Pelechian
Kembra Pfahler
Robert Rauschenberg
Man Ray
Hans Richter
Terry Riley
David Rimmer
Donald Ritchie
Jeri Cain Rossi
Walter Ruttmann
Aram Saroyan
Carolee Schneeman
Richard Serra
Jack Smith
Kiki Smith
Robert Smithson
Ladislaw Starewicz
Ralph Steiner
Jerry Tartaglia
Shuji Terayama
Robert Watts
David Wojnarowicz
Stan Vanderbeek
Agnes Varda
Ben Vautier
Edgard Varêse & Le Corbusier
Dziga Vertov
Rene Vienet
Zubi Zuva

martes, noviembre 07, 2006

Goya, España, El Tiempo y la Historia

Un recorrido por el Arte de Goya, analizando 3 de sus Obras:
- España, el Tiempo y la Historia, en Estocolmo
- El Tiempo, la Verdad y la Historia, en Boston
- Retrato de Fernando VII, en Santander.

Goya desarrolla el tema de España, tan de actualidad siempre, en tres alegorías de contenido profundamente político:

Alegoría de la Constitución de 1812
Titulo: España, el Tiempo y la Historia, 1812-14
Autor: Francisco José de Goya y Lucientes
Museo: Museo Nacional de Estocolmo
Caracteristicas: Oleo sobre lienzo 294 x 244 cm.



No es muy habitual que Goya pinte escenas alegóricas, aunque sí realizó alguna a lo largo de su carrera. Su faceta más conocida como retratista hace que estas imágenes adquieran un mayor valor por su originalidad. Sobre un fondo nebuloso encontramos tres figuras: el Tiempo - con las alas desplegadas - nos trae a España a primer plano, mientras con su mano izquierda sujeta un reloj de arena con la ampolla superior llena para indicarnos que comienza una nueva era; España, vestida de blanco y con un pronunciado escote, porta en su mano derecha un pequeño libro - la Constitución de Cádiz del año 1812 - y en la izquierda un cetro, dando a entender la superioridad de la Carta Magna sobre el poder monárquico; en primer término aparece la Historia, desnuda al ser también la imagen de la Verdad, tomando nota del acontecimiento mientras pisa los antiguos textos legales de una época ya pasada. Goya nos muestra su carácter liberal de manera abierta, sin ningún tipo de tapujos, poniendo todas sus esperanzas en el Texto Constitucional que rompía con el Antiguo Régimen e inauguraba la España liberal. Desgraciadamente, Fernando VII no la aplicó y la famosa "Pepa" - llamada así porque la Constitución se promulgó el día 19 de marzo de 1812, festividad de San José - cayó en saco roto. Aunque la temática de la obra tenga tintes neoclásicos al emplear figuras alegóricas, el estilo al que recurre Goya es el característico de los años de la Guerra de la Independencia - véase las Majas al balcón -. En dicho estilo se observa un interesante contraste cromático, las pinceladas son muy rápidas sin preocuparse de los detalles y la luz empleada baña a las figuras produciendo una sensación atmosférica que recuerda a Velázquez. La forma de trabajar del aragonés está demostrando su peculiar evolución hacia un estilo totalmente personal, que tendrá escasos adeptos entre los miembros de la aristocracia, los cuales elegirán como nuevo retratista a Vicente López.

El Tiempo, la Verdad y la Historia
Titulo: El Tiempo, la Verdad y la Historia, 1797-99
Autor: Francisco José de Goya y Lucientes
Museo: Museo de Boston
Caracteristicas: Oleo sobre lienzo 41´6 x 32´6 cm.


Goya es un pintor de realidades más que de alegorías. Por eso resulta extraño que entre sus obras encontremos una alegoría referente a la Verdad, el Tiempo y la Historia. Hacia 1797 realizó este boceto que aquí contemplamos en el que las tres figuras aparecen desnudas. La Verdad en pie, el Tiempo con alas y un reloj de arena en la mano y la Historia anotando hechos en su libro. Los rápidos y seguros toques de pincel caracterizan una composición en la que la luz también tiene un importante papel. El lienzo definitivo apenas tiene modificaciones en la postura de las figuras, aunque la que está de pie viste un elegante traje escotado y la Historia y el Tiempo cubren sus cinturas con plegados paños. Al sujetar la figura de la Verdad un libro en su mano derecha se ha identificado con España en el cuadro definitivo, fechándose entre 1812 y 1814 y sustituyéndose el título por España, el Tiempo y la Historia. ¿Por qué Goya pintó un boceto preparatorio 15 años antes del lienzo definitivo? ¿Está la fecha del cuadro de Estocolmo equivocada? ¿Forma parte este boceto de las escenas de "capricho" que Goya pintó en los últimos años del siglo XVIII? Es difícil responder a estas preguntas con los escasos datos existentes. Juliet Wilson-Bareau sugiere con gran acierto que podría tratarse de una alegoría con motivo del nombramiento de Jovellanos como ministro de Gracia y Justicia en noviembre de 1797. Jovellanos fue destituido posteriormente por lo que el cuadro alegórico quedaría en suspenso. En 1812 Goya recuperaría la idea para festejar la llegada del constitucionalismo.

Retrato de Fernando VII
Titulo:Retrato de Fernando VII, 1814
Autor: Francisco José de Goya y Lucientes
Museo: Museo de Bellas Artes (núm. cat. 0001), Santander
Caracteristicas: Oleo sobre lienzo 205 x 123 cm


En 1814, el Ayuntamiento de Santander encarga a «un buen Maestro» la realización de un retrato de Fernando VII. El encargo recae en Goya, quien cobra por su realización ocho mil reales de vellón. El retrato tenía como función presidir el salón de sesiones del Ayuntamiento, siendo exhibido en determinadas celebraciones desde la balconada principal del Consistorio. Con el tiempo, el lienzo pasó al olvido; tanto, que durante muchos años se consideró salido del pincel de un imitador del aragonés. Fue el pintor cántabro Joaquín González Ibaseta (?-1925) quien vio la mano de Goya en el retrato, punto que comenta por carta a Aureliano de Beruete (vid. El Cantábrico, de 3 de abril de 1903). El 30 de octubre de 1948 es trasladado definitivamente al Museo de Santander donde hoy se exhibe junto con la reproducción facsimilar de la documentación del encargo, aceptación y recibo de entrega, en la que están plasmadas las firmas autógrafas del artista y del entonces alcalde de la ciudad Juan Nepomuceno de Vial.
El Ayuntamiento dicta una serie de condiciones que se recogen en el documento del encargo: «Ha de ser el lienzo de siete pies de alto por el ancho proporcionado. El retrato deberá ser de frente y de cuerpo entero; el vestido de Coronel de Guardias con las insignias reales. Deberá tener la mano apoyada sobre el pedestal de una estatua de España coronada de laurel y estarán en este pedestal el cetro, corona y manto: al pie un león con cadenas rotas entre las garras». Parece factible que las autoridades municipales redacten estas condiciones a partir de la iconografía del retrato de Carlos IV que, atribuido por Urrea a Bernardo Martínez del Barranco, hoy se exhibe también en la pinacoteca santanderina. En este retrato de Carlos IV, el Rey aparece de cuerpo entero; le acompaña una sedente figura femenina -alegoría de España- acomodada sobre un castillo o fortificación que le sirve de pedestal; a la izquierda del monarca se sitúan el cetro y la corona; y, a los pies, un león de fiera fisonomía, dos globos terráqueos y las columnas de Hércules.
Para la realización del retrato, Goya se vale posiblemente de un apunte tomado en 1808, que se conserva en el Musée d'Agen (Francia) y sigue con fidelidad las pautas iconográficas que le marca el Ayuntamiento. Fernando VII aparece de cuerpo entero con el uniforme de Coronel de Guardia de Corps, con fajín rojo a la cintura, banda de la Orden de Carlos III, varias condecoraciones (Toisón de Oro, Orden de Carlos III) y el sable reglamentario. Apoya su brazo izquierdo en el pedestal que soporta la alegoría de España coronada de laurel. A la izquierda del monarca se sitúan el cetro, la corona y dos mantos, uno rojo y otro de armiño. Sobre éstos se aprecia un enigmático objeto, especie de transparente bóveda de crucería que guarnece algo parecido a una piedra. A los pies se recuesta un manso león, con una cadena entre las garras y, en el suelo, se sitúan diversos eslabones rotos. Es un ejemplo de consistente realismo y madurez en la obra del aragonés: desenvuelto peinado, a la moda; contraste entre la figura del Rey y el fondo; vivos y vibrantes rojos, azules y blancos; sabia modulación de los negros; disperso moteado de verdes esmeraldas, sutiles nacarados, desenfado, en suma, en el tratamiento técnico.
Con el paso del tiempo, la obra ha sufrido varias restauraciones. En febrero de 1876, Francisco Pedraja procede al arreglo del marco y lienzo. En agosto de 1947, Jerónimo Seisdedos lleva a cabo su limpieza. En marzo de 1979, Macarrón se encarga del arreglo del marco, incorporación de bordes y sentado de color. Y entre julio y septiembre de 1994, Clara Quintanilla y Enrique Quintana (Museo del Prado) realizan una fijación y limpieza generales, junto con la eliminación del repinte negro de fondo.
Tras la acertada restauración de 1994, han aflorado dos elocuentes desgastes o barridos que arrojan más datos iconográficos. El primero de estos barridos está ubicado en el brazo izquierdo de la figura alegórica, manifestando la eliminación de un posible cetro; el supuesto dedo índice aparece ciertamente desarticulado y buena parte del brazo no se adecua a las calidades pictóricas de Goya. El otro desgaste se sitúa sobre la cabeza del Rey, como consecuencia del borrado de una corona de laurel (apreciación ésta que coincide con el informe de restauración de 1994), corona que posiblemente le era colocada al monarca por la escondida mano derecha de la misma figura alegórica. Estas eliminaciones debieron ser realizadas en un tiempo muy cercano a la entrega del retrato.
Los elementos iconográficos -visibles y borrados- dan pie a una serie de dudas razonables en su interpretación, punto clave en la lectura del retrato. En esta lectura, no se han de perder de vista los distintos hechos históricos acaecidos en España con la llegada de Fernando VII a Madrid (mayo de 1814): abolición de la Constitución de 1812, derogación de todos los decretos de las Cortes, reinstauración de la Inquisición, desaparición de la libertad de Imprenta... Un auténtico golpe de estado basado en una cruel persecución y aplastamiento del régimen liberal. Si, de acuerdo a la documentación conservada, Goya firma el recibo de cobro del retrato en diciembre de 1814, tras haber tardado en su realización quince días, los acontecimientos absolutistas contrarios al pensar del artista tienen lugar antes de la solicitud municipal. Por otro lado, también se conoce cómo Goya trataba de eludir cualquier sospecha de afrancesamiento, aunque en su fuero interno no renunciara a sus ideales.
Pues bien, retornando el retrato de Fernando VII, se advierte una dualidad en las figuras del Rey y de la alegoría de España: en origen están dotadas de dos idénticos atributos, la corona de laurel y el cetro. El hecho de que la figura femenina apareciera con un posible cetro -hoy borrado- indica que estamos -en el origen del retrato- ante la alegoría de la España constitucional y no de la España absolutista, hoy corroborado con la eliminación de este elemento. Coincidiría, por tanto, con distintas apreciaciones vertidas sobre la figura femenina central de la obra de Goya titulada España, el Tiempo y la Historia, del Museo de Estocolmo (referente a la interpretación), véase por ejemplo Catálogo de exposición 1982 o López Torrijos, 1996. Este lienzo, también titulado La adopción de la constitución de 1812 por España (Catálogo de exposición de 1812, pp. 82-83) y El Tiempo, la Verdad y España (Catálogo de exposición 1994-1995, pp. 130- 131), parece tener relación directa con el retrato de Fernando VII en cuanto a sus figuras alegóricas de España, tal como ya se ha tratado.
Asimismo, en el lienzo del museo santanderino, la alegoría de España se presenta sonriente y con los senos descubiertos, manifestándose en origen como madre constitucional del pueblo español que gentil, bondadosa y confiadamente, corona al Rey con su mano derecha. La eliminada corona de laurel de Fernando VII llevaría a pensar en un claro arrepentimiento, presencia-ausencia de alegato ideológico ante el execrable absolutismo. Borrada la corona de laurel y borrado el cetro constitucional, ante la nueva situación política, el supuesto equilibrio ideológico retorna al retrato.
Por otro lado, la representación del león, de acuerdo al exacto dictado municipal -«al pie un león con cadenas rotas entre las garras»- parece evidenciar la liberación del pueblo español a raíz de la expulsión de las tropas francesas.
Quedan en el retrato otros detalles susceptibles de identificación e interpretación: el enigmático objeto sobre el cetro y la corona, y el rostro en el medallón del pedestal. Este último podría identificarse, de forma fácil y superficial, con la figura de Hércules, dada la dirección de su mirada hacia el león (Nemea) y la cercana presencia de las cadenas (liberación a manos de Busiris o encadenamiento del Cancerbero), con presunta referencia a las columnas de Hércules presentes en el retrato de Carlos IV de Martínez del Barranco del Museo de Santander, antes mencionado. Hipótesis remota y difícilmente defendible.
Las anteriores interpretaciones pueden otorgar al Fernando VII de Goya un contenido de rico trasfondo político e ideológico. Y es que a Goya se le podía dictar la iconografía, pero su brillante y compleja personalidad difícilmente podía sujetarse a dictados externos a la hora de otorgarles contenido.

La Fotografía y la Pintura


Baile de Sombras
A mediados de 1895 el famoso pintor impresionista Edgar Degas recibe a una bailarina en su estudio y la fotografía en diferentes posturas. El resultado son tres placas que el pintor utiliza para realizar distintas composiciones. Meses después, Degas encuentra la forma de combinar las tres placas que le permite culminar, como si fuera un calco, su famoso cuadro “Bailarinas detrás del escenario”.

jueves, noviembre 02, 2006

Ofelia, de Millais

Ofelia, de Millais

Ophelia (1851-1852). Óleo sobre lienzo 76,2 x 11,8 cm. Tate Gallery, Londres. Sir John Everett Millais (1829-1896)

"En las aguas profundas que acunan las estrellas, blanca y cándida,
Ofelia flota como un gran lirio,
flota tan lentamente,
recostada en sus velos..."


(Rimbaud)



La infeliz y enigmática Ofelia shakespeariana, fuente inagotable de inspiración artística, literaria y filosófica, sedujo a Millais, quien forjó una reinterpretación pictórica realmente sobrecogedora. Si bien el tema central de la obra es el mito ofeliano, el melancólico escenario natural que lo enmarca es admirable. El entorno es frondoso y brillante en colorido, de suerte que no resulta opresivo a pesar de ser testigo de la tragedia. Este paraje apropiado para su inspiración y capturado de manera fidedigna lo había encontrado el pintor tras una ardua búsqueda, acompañado de su amigo Hunt, cerca de Ewen en un remanso del río Hogsmill.

La figura de Ofelia está desapareciendo bajo las “gimientes” y sosegadas aguas, que son lo suficientemente diáfanas como para no ocultar a nuestra vista sus brazos y torso parcialmente inmersos. Su hermoso rostro está ahora ausente en un gesto patético que conmueve profundamente. Los ojos inanimados, los labios entreabiertos, inertes y las manos en actitud de ofrenda, dejando escapar unas flores. La parte inferior de su cuerpo parece estar ya sumergida, permaneciendo en la superficie las piezas más vaporosas del pesado vestido, que al igual que sus largos cabellos, parecen resistirse a desvanecerse para siempre. Lógicamente, la imagen poética de Ofelia está muy alejada de la que correspondería a la macabra realidad de un ahogamiento. Parece estar destinada a fluir disuelta en el agua, pero a la vez tangible e incorruptible, para, como sugiere Bachelard, aparecerse por siglos a los soñadores y a los poetas, flotando en su río. Junto a ella sobrenadan las flores que había recogido. Flores que están modeladas con una precisión y una minuciosidad asombrosas. Algunos críticos contemporáneos del autor no encontraron encanto alguno en esta pulcritud realista de Millais; su exuberancia naturalista les parecía una complacencia innecesaria e indolente, un desacierto que hurtaba eficacia dramática a la protagonista de la historia. Nada más lejos de la realidad. El conjunto de la composición es soberbio, y a pesar de eso nada impide que cuando nos encontramos con el lienzo la mirada se desvíe empática e ineludiblemente hacia la desdichada.

Ya en los prolegómenos del fatal desenlace de Ofelia, ésta recurre a las plantas para transmitir sus cuitas a Gertrudis. Con intención incierta le ofrece unas hierbas reputadas entonces por sus efectos beneficiosos, pero también por su efectos abortivos, el hinojo y la ruda, a la que además se le atribuía eficacia para exorcizar demonios, y también palomilla, una planta que a altas dosis resulta igualmente tóxica: “…hinojo para vos, y palomillas y ruda... para vos también, y esto poquito es para mí. Nosotros podemos llamarla yerba santa del Domingo,... vos la usaréis con la distinción que os parezca...”. En tono mordaz y atormentado denuncia la muerte de su padre Polonio a manos de Hamlet: “…Ésta es una margarita. Bien os quisiera dar algunas violetas; pero todas se marchitaron cuando murió mi padre. Dicen que tuvo un buen fin...”. Tras la desaparición de Ofelia, una vez más, los personajes evocan mediante este recurso estilístico lo que no se atreven a verbalizar. Gertrudis, al relatar a Laertes el desgraciado episodio, lleva a escena las flores que supuestamente Ofelia ha recogido antes de precipitarse al río y que tienen una trágica carga simbólica.

Millais no hizo sino mantenerse fiel al artificio alegórico shakesperiano. Violetas enguirnaldadas abrazan el cuello de la joven, siendo estas flores un icono de la desesperanza y de la muerte prematura. Flotando en el agua hay esparcidos: pensamientos, alegoría del amor no correspondido, y amapolas, símbolo del adormecimiento y la muerte. También vemos: nomeolvides, ulmarias, ortigas, narcisos, margaritas, coronas imperiales, lirios, adonis, dedos de muerto… incorporados no como aderezos pueriles, sino como metáforas tanto de los defectos de Hamlet como de los sentimientos taciturnos de Ofelia. Que Millais hubiera prescindido de esta abundancia iconográfica o que no se hubiera esmerado en su reproducción hubiera sido incoherente.

La muerte de Ofelia en la obra de Shakespeare es fuente de un perpetuo ejercicio especulativo, pues el hecho luctuoso no sucede en escena. Es narrado por boca de Gertrudis, quien explica que ha caído involuntariamente al río y en su desvarío se ha dejado llevar: “…Llegada que fue, se quitó la guirnalda, y queriendo subir a suspenderla de los pendientes ramos; se troncha un vástago envidioso, y caen al torrente fatal, ella y todos sus adornos rústicos. Las ropas huecas y extendidas la llevaron un rato sobre las aguas, semejante a una sirena, y en tanto iba cantando pedazos de tonadas antiguas, como ignorante de su desgracia, o como criada y nacida en aquel elemento. Pero no era posible que así durase por mucho espacio. Las vestiduras, pesadas ya con el agua que absorbían la arrebataron a la infeliz; interrumpiendo su canto dulcísimo, la muerte, llena de angustias”. El accidente se transmuta en acto deliberado en el acto V, en la conversación de los sepultureros “¿Y es la que ha de sepultarse en tierra sagrada, la que deliberadamente ha conspirado contra su propia salvación?”. A los ojos del criticismo en general y el poético en particular, los tristes avatares de su vida, su estado delirante, y el mismo sentido lírico hacen más apetecible la tesis de la muerte suicida, más por abandono que por acción.

La pintora, poetisa y arquetipo estético prerrafaelista Elisabeth Eleanor Siddal, fue la paciente modelo de esta obra magistral, en interminables sesiones en las que posaba sumergida en una bañera con un precioso vestido antiguo que el pintor había encontrado para la figuración. Según cuenta el hijo de Millais en su obra biográfica sobre su progenitor, un día no se pudo calentar el agua y Elisabeth enfermó durante varios días. El padre de la artista se enfadó considerablemente con el pintor, requiriéndole una satisfacción económica. Lo cierto es que una vez recuperada del enfriamiento “acuático” no volvió a trabajar para Millais. Parece que Lizzie padeció frecuentes problemas de salud. Según relatan los biógrafos prerrafaelistas estuvo aquejada de un trastorno del ánimo. Ésta y otras circunstancias, como su difícil relación con Rossetti, le habrían inducido a consumir láudano en exceso. En varias referencias se especula sobre el padecimiento de una posible tuberculosis, si bien su fallecimiento, cuando sólo tenía 32 años, suele atribuirse al consumo de una dosis excesiva de la tintura de opio. La identificación “poética” entre Ofelia y Siddal ha sido tentadora, y abundan las referencias al posible suicidio de la artista, si bien el único dato cierto es el de su certificado de defunción, donde figura “muerte accidental” como causa.

lunes, septiembre 25, 2006

Fotografie: Martin Schoeller - 'Close Up' - stern.de

Fotografía: Martin Schoeller - 'Close Ups' -
Fotografías (retratos) de famosos, de primer plano..

Maopost.com - Vintage Chinese Propaganda Posters


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Posters de propaganda comunista china..

Conan O'Brien Ilustrador

Conan O'Brien
Un ilustrador interesante

Neomuet

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Una web interesante con algunas películas que no me puedo perder..

Pulp Fiction desde Canadá


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Pulp Fiction... desde Canadá

Turning the Pages™, the British Library

Turning the Pages™, the British Library
..desde lod dibujos de Leonardo a ilustraciones de Lewis Carrol, pasando por el primer atlas de Europa..

Liquid Sculpture - High-speed and Fine Art Photography of Drops and Splashes


Liquid Sculpture - High-speed and Fine Art Photography of Drops and Splashes
"Esculturas Líquidas".. un bonito concepto para describir la macrofotografía de fluidos en alta resolución... preciosas imágenes...

Screenwritting

johnaugust.com
A ton of useful information about screenwriting

Saul Bass: Diseñador de títulos de películas


Títulos de películas diseñados por uno de los mejores: Saul Bass
One is pressed to cite an example of an active, self-contained, and characteristic credits sequence in film prior to the work of Saul Bass. Undoubtedly, there are examples that presage Bass’ pioneering work; namely, the famous final credits of Citizen Kane reprise excerpts from the film, underscoring the footage with actors’ names. Likewise, overtures frequently preceded films of the ‘30s and ‘40s. Many of these are visually complimented by static credits, and in some cases a montage. And despite these examples, in regard to innovation, renown, and influence, Bass’ impact in credits design remains virtually unparalleled, even to this day.

PatentRoom.com: El Arte del Diseño industrial

PatentRoom.com: El Arte del Diseño industrial

jueves, septiembre 21, 2006

Steve McCurry, fotógrafo


Steve McCurry
Steve McCurry, esta considerado universalmente como uno de los mejores fotógrafos de la actualidad, siendo ganador de prestigiosos premios, entre otros el de mejor fotógrafo del año 1.984, concedido por la Asociación de Fotógrafos de Prensa.

A pesar de ser conocido por su manejo del color, McCurry, en el mas puro estilo documental tradicional, captura la esencia del ser humano en la supervivencia y el trabajo como los grandes maestros del blanco y negro.

miércoles, septiembre 20, 2006

Arnold


Arnold Böcklin
Arnold Böcklin es el autor de "La isla de los muertos". Have a look!

El Sueño de Volar




The Dream of Flight
Una visión de un sueño. El sueño de levantarse y volar. La historia de ese sueño.

Landscape With the Fall of Icarus is a famous landscape by Pieter Bruegel. It was alluded to in a poem of the same name by William Carlos Williams, and in W. H. Auden's poem Musée des Beaux-Arts, named after the museum in which the poem is housed.

The painting seems to depict mankind's indifference to suffering by highlighting the ordinary events which continue to occur, despite the unobserved death of the mythic figure Icarus.

martes, septiembre 19, 2006

Arte japonés




Arte japonés

Diseño inspiracional



Un sitio para disfrutar de los diseños más variados.

jueves, junio 30, 2005